Dentro de cada persona cuerda hay un loco luchando por salir a la luz.

domingo, 10 de febrero de 2008

Esa fatídica fecha...

Hoy me encuentro aquí adelantándome al fatuo acontecimiento que se avecina con relámpagos de besos y amapuches por las vías del metro, nubes de azúcar, lluvias de sms y e-mails con la típica postal sacada de gusanito.com o tarjetavirtual.com, o cualquier otra página de esas a las que se acude en un apuro. Nunca faltan las tarjetitas manuales, así como las que hacíamos en el preescolar para el día de la madre o del padre -yo de éstas me salvaba-, y las compras a última hora, esas que atiborran los centros comerciales, los pasillos de los discos y los libros más vendidos, o las joyerías donde hacen grabados al reverso de los brazaletes o de los dijes. Las flores también se venden mucho y ni que hablar del gran invitado de la velada... el chocolate, de todas las formas y colores. En fin, capitalismo in extremis, la hipocresía sobrevolando nuestras calles, y nosotros los afortunados solteros, vagando solos en este mar...

Hmmm... tanto hablar, tanto escuchar, tanto leer, pero al final siempre llegamos a la misma conclusión. Aquí dejo un texto de Paulo Coehlo que apareció publicado hoy en el suplemento de El Nacional. Con mayor o menor razón pero, en todo caso, reflejo de la realidad...
>> Una amiga mía, Julia, me envió un texto sobre el tema de este artículo. Cuando quise entrar en contacto con ella para saber si era de su autoría, ella ya había viajado y no sé exactamente cuándo va a regresar. Busqué en Internet y ¿saben lo que descubrí? ¡Que existen varios grupos de discusión sobre el asunto! Lo que quiere decir que las mujeres de hoy están buscando razones para enamorarse de personas del otro sexo.


Desde mi condición de hombre, que está de acuerdo con algunas de estas razones, he realizado una lista basada en lo que leí:


–Amamos a los hombres porque no consiguen fingir un orgasmo, aunque quieran.

–Porque jamás nos van a entender, y aun así lo siguen intentando.

–Porque todavía nos encuentran atractivas cuando nosotras mismas ya no conseguimos creérnoslo.

–Porque saben de ecuaciones, de política, de matemáticas, de economía, pero no saben nada del corazón femenino.

–Porque son amantes que sólo descansan cuando alcanzamos (o fingimos) placer.

–Porque han conseguido elevar el deporte a algo parecido a una religión.

–Porque nunca les da miedo la oscuridad.

–Porque se empeñan en arreglar cosas con problemas que están más allá de sus habilidades, y se dedican a ello con entusiasmo adolescente, y se desesperan cuando no lo consiguen.

–Porque son como las granadas: la mayor parte es imposible de digerir, pero las semillas son deliciosas.

–Porque jamás se paran a considerar lo que pensará el vecino.

–Porque siempre sabemos lo que están pensando, y cuando abren la boca dicen exactamente lo que imaginábamos.

–Porque jamás les pasó por la cabeza martirizarse con tacones altos.

–Porque les encanta explorar nuestro cuerpo, y conquistar nuestra alma.

–Porque una chiquilla de 14 años puede dejarlos sin argumentos, y una mujer de 25 consigue domarlos sin mucho esfuerzo.

–Porque siempre les atraen los extremos: opulentos o ascéticos, guerreros o monjes, artistas o generales.

–Porque son capaces de hacer cualquier cosa por esconder su fragilidad.

–Porque el mayor miedo de un hombre es no ser un hombre –lo cual nunca le pasaría a una mujer por la mente (no ser una mujer).

–Porque siempre se terminan toda la comida del plato, y no se sienten culpables por ello.

–Porque les parecen interesantísimos ciertos temas sin gracia ninguna, como lo que les ocurrió en el trabajo, o las características de los autos.

–Porque están dotados de hombros en los que conseguimos dormir sin mucho esfuerzo.

–Porque están en paz con sus cuerpos, a excepción de pequeñas e insignificantes preocupaciones con la calvicie y la obesidad.

–Porque son asombrosamente valientes ante los insectos.

–Porque nunca mienten sobre su edad.

–Porque a pesar de todo lo que intentan demostrar, no consiguen vivir sin una mujer.

–Porque cuando a uno de ellos le decimos "te quiero", siempre pide que le detallemos cuánto.


¿Nos apuntamos al virus o qué? No sé, yo prefiero experimentar un poco antes de caer enferma de amor.


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