Dentro de cada persona cuerda hay un loco luchando por salir a la luz.

domingo, 23 de marzo de 2008

Ahora




Ahora mismo me tumbaría en una hamaca.
No importa dónde.
Lo mismo en los llanos que en la selva.
A orillas del Orinoco o en medio de la maleza.

Me lanzaría por el borde del mundo.
Cabeza abajo por el Churún-Merú,
y de boca al Cañón del Diablo.

Ahora mismo abriría las ventanas,
miraría la luna, si la hubiese,
y robando todo el aire a esta fría noche,
desaparecería.

Pero no tengo hamaca.
Aquí el aire está concentrado;
el grifo dejó de gotear hace rato
y el único Diablo que conozco es la amarga rutina.




sábado, 22 de marzo de 2008

Lenguaje corporal



Alberto Montt


1001 aforismos

La calle está llena de vida. Ya que estás parada y cerca de la puerta... ¿me harías el favor de traerme una?


Hay quien espera toda una vida, y está también el que se compra un contestador.


Marcelo Masaguer

http://www.elerlich.com/masaguer/

viernes, 21 de marzo de 2008

Cruces

[...]
Así, veamos, contabilicemos recientes prodigios y obras del Señor:

–Heather Mills se quedó con 31,6 millones de euros de Paul McCartney. Quería 162. A llorar como una Magdalena.

–Los médicos del Fútbol Club Barcelona han dictaminado –luego de demasiados fines de semana en los que el crack Ronaldinho se sintió con molestias para jugar– que en realidad no tiene nada. Los hinchas quieren lapidarlo.

–George W. Bush ha asegurado que la guerra de Irak es “noble, justa y necesaria” y que “la batalla acabará en victoria”. Hillary Clinton propone en su programa una “retirada responsable” y Barack Obama primero aseguró que todos estarán afuera para el 2009 y después –haciendo cuentas– dijo que mejor lo vamos prolongando hasta el 2013, fecha en la que quién sabe si seguirá en el gobierno aunque, quién sabe, haya ganado las elecciones del 2008. John McCain, por su parte, afirma que “estamos ganando esta guerra pero todavía nos queda mucho por hacer”. En cualquier caso y método, a cinco años del comienzo de la guerra, ahora se sabe que la culpa de casi todo lo que sucede hoy la tuvo y la sigue teniendo Paul “Virrey” Bremer. El Pilatos de turno, quien en su gestión por Bagdad disolvió el ejército iraquí y despidió a los funcionarios miembros del Baaz vaciando escuelas, ministerios y empresas públicas. A su regresó a Estados Unidos, en el 2004, Bush lo condecoró con una medalla pesada y difícil de conseguir y por estos días administra varias empresas de seguridad de su propiedad y ofrece conferencias sobre sus inolvidables días en Irak.

–José Luis Aznar dijo a un medio británico –en su cada vez más extraña percepción del idioma inglés– que él tampoco se arrepiente de nada y que volvería a hacerlo.

–Los hielos árticos se están derritiendo mucho, pero mucho más rápido de lo previsto.

–El planeta entero contiene el aliento ante la salida de un nuevo disco de Madonna quien, en la portada, aparece en actitud provocativa y todo eso.

–Una mujer hizo volar por los aires (junto con ella y dos vecinos del piso de al lado) su departamento de Barcelona porque le habían aumentado el alquiler en 16 euros.

–El Aeropuerto del Prat de Madrid rechaza la entrada a cada vez más pasajeros llegados desde Latinoamérica.

–Los lamas corren por las calles de Lhasa y Bin Laden vuelve a amenazar a Europa por la republicación de las viñetas esas de Mahoma.

–El Vaticano propuso nuevos mandamientos y pecados entre los que se cuentan cosas como “No te enriquecerás indebidamente” o algo por el estilo.

–Los fabricantes de teléfonos móviles dicen haber saturado por el momento el mercado adulto y ahora, a punto de agotar la franja adolescente, se lanzan sobre los niños. Y nadie todavía puede precisar con claridad cuáles serán, a mediano y largo plazo, los efectos en la salud de quienes se la pasan con la mano en la oreja y hablan solos por las calles oyendo voces.

–Se ha profetizado que, para el 2011, la demanda de los usuarios superará la capacidad de Internet.

–Chantal Sébire –mujer víctima de un tumor no operable en su rostro– fue hallada muerta en su casa luego de que la Justicia francesa negara su solicitud de recibir una inyección letal y poner fin a un calvario de ocho años. “Quiero irme rodeada de mis hijos, amigos y médicos, festejando el viaje”, había declarado y pedido.

–En Sevilla, algunas hermandades de encapuchados lloran bajo la lluvia que les impide sacar a pasear a sus santos mientras, en las pantallas de los televisores, se emiten imágenes de carreteras desbordadas y de autos destrozados. La idea –el milagro– sería que muriesen menos que el año pasado por estas fechas.

Marcar con una cruz el que más le guste.
[...]

Cerveza y Whisky ahora están más excitados, me temo. Cerveza toma el muñequito de Whisky y se lo mete en la boca. Whisky insiste con que se está “distorsionando la historia” y entonces se deja a oír la voz del barman –amigo mío–, quien dice: “Pero, perdón, dónde está la prueba histórica de la existencia de Jesús porque, hasta donde yo sé, no existe ninguna”. El silencio que se hace entonces es, sí, sepulcral y yo decido que es el mejor momento para irme a casa y cerrar con llave del lado de adentro hasta el próximo lunes cuando –con todo el pescado vendido y masticado y digerido– resucitaremos para arrastrar y regresar a nuestras respectivas cruces.

Gracias a Dios es viernes.

Rodrigo Fresán

Realismo




El amor que no dura podría reclamar sexo.

El sexo que no dura podría reclamar amor.

Sin sexo ni amor, al final uno se casa y

creeque amor y sexo son dos cosas diferentes.
Oficina de Objetos Perdidos


INcomunicación


martes, 18 de marzo de 2008

Quién trepara a un árbol y allí quedarse por siempre jamás...

Son muchas las personas que van a los parques, pero la mayoría se pueden encuadrar en algunas tipologías -sí, ya sé que son odiosas las clasificaciones y todo ese rollo, pero qué se le va hacer- y hoy lo he comprobado con estos hermosos ojos que la naturaleza, o mis padres me dieron. Modestia aparte, claro.

Están por supuesto los turistas. Indispensables en cualquier lugar que se digne a ser llamado "turístico", pero obstinadamente inoportunos.

Los niños que nunca faltan. Un padre divorciado que sacó tiempo para jugar con su hija sobre el césped; unas jóvenes madres que hacen saltar la cuerda a sus hijas; un niño en su triciclo despidiéndose ¡Adéu, adéu!


Los que se llevan el tupperware para comer en la hora de descanso y los que van con las bolsas de la compra y juegan a ser chefs. Los que van en manada y hacen sus malabarismos; los que están ahí sólo porque iban de paso. Los enamorados que buscan una sombra, un rincón o cualquier recoveco similar donde dar rienda suelta a sus pasiones más o menos decorosas.


Después están los que van más a su rollo, con el MP3, leyendo un libro a la sombra de un arbusto, o caminando porque sí. Y los desdichados que no encuentran su rincón en este lado del mundo.


Si tienes suerte hasta puedes escuchar algún que otro acorde de guitarra; toparte con un enamorado de la vida en bicicleta que te dice ¡Adiós! O ese loco trepado a un árbol que todos deseamos desesperadamente ser.





Cinco meses después no lo encontré, pero el árbol seguía allí. Sólo que yo soy demasiado temerosa de mí misma como para emprender tal aventura.

Sales con los pulmones nuevos, o casi, al fin y al cabo es un parque, pero en medio de la ciudad. Sigues caminando, miras aquí y allá; la avenida, los coches, los edificios que van ascendiendo uno tras otro. En la esquina cinco hombres hablan de negocios; te detienes, el semáforo está en rojo. A la derecha el Museu de la Xocolata, tú sólo deleitas un trocito de snickers. Cambia el semáforo, cruzas y de repente: ¡Así te mueras, hijoputa! Una mujer en medio de la calle grita al ladrón de su móvil que va calle abajo en bicicleta.

Mis sentidos, cinco, seis y los que quieran, están atentos a todo lo que sucede a mi alrededor. Me detengo, bajo la mirada, camino, y ¡zas! casi me lleva este chico en patineta. Lástima, no estaba tan mal.

Lo bueno de caminar por Barcelona es que vayas donde vayas seguro que paras en Las Ramblas; no hay pérdida. Plaza Sant Jaume, una pizarra fuera de un restaurante anuncia las pizzas a 2.80€ Los turistas pasan sin cesar. Un callejón, tumulto de gente, son todos adolescentes, rubios, ojos azules, y al fondo una cabeza que sobresale por su altura y su alopecia. Me mira con ojos desorbitados balbuciendo: you? you? Yo salgo disparada entre el tumulto, abriéndome paso como sea, deseando salir de ese embrollo.

Soy libre, sé dónde estoy. Sigo caminando, de nuevo más callejones. ¿Entro allí? Me pregunto. Sí, toda entrada ha de tener su salida correspondiente o eso espero, al menos. Salgo, me doy cuenta de que he dado la vuelta más tonta que podía haber dado. Así que, aquí estamos de nuevo.

Un cartel promociona "agencia de relaciones serias o pasajeras, por favor llamar al número [...]" Oh, no, el semáforo está en verde, ya no apunto el número. Mierda, y yo que quería llamar (se capta la ironía, ¿no?)

Un par de músicos acompañados por un anciano y una joven que vende cd's tocan algo que me traslada a los bares de los años 50. No sé, sólo se me ocurre eso.

Vuelvo al MP3 y a mi mundo; de fondo, una avalancha de gente que me lleva por delante. Hago una parada, recargo el tanque, más chocolate.

Por aquí ya he caminado, cambio de acera. "Con calma Restaurante" reza el rótulo de ese local, fuera dos mujeres charlan. Sigo mi ruta, un bebé me mira y sonrié. ¿Puede haber algo más humilde que la gracia de un bebé? ¿Un alma pura que aún no conoce las desdichas del ser?

Paro, necesito descansar. El descanso es perturbado por un camión que se propone quitarme la cabeza, si continúo con mi alarde de chica pantene en plan melena al viento.

Así que decido continuar. Tras los cristales de Matías Guarro Espais se pueden vislumbrar unos confortables sofás. Esto sólo lo cuento porque me hizo gracia lo de Guarro, pero nada más.

Ya no puedo. Llego a duras penas hasta la boca del metro. Me recibe la exposición sobre los bombardeos en Barcelona durante la Guerra civil. A lo lejos, escucho un saxofón; intento tararear algo, pero no sale nada. Mis ojos se fijan en unas palabras de Juan Goytisolo:


"En tiempos de ignominia como ahora, a escala planetaria y cuando la crueldad se extiende por doquiera fría y robotizada, aún queda mucha buena gente en este mundo que escucha una canción o lee un poema: ellos saben muy bien que la patria de todos es el canto, la voz y la palabra; única patria que no pueden robarnos ni aún poniéndonos de espaldas contra un muro y deshaciéndonos en mil pedazos".


Unas niñas preguntan asombradas a sus padres: ¿Son de verdad?

No, esta vez no. Pero hace años sí lo fueron; lo son, a kilómetros de aquí y, un día, podríamos ser nosotros.

Mis pies ya no pueden más. Gritan de dolor. La pierna izquierda comienza a cojear, en la derecha un tirón hace acto de presencia. Es la edad, son los achaques de una futura veinteañera. Soy muy exagerada, sí.

Sentada en el ferrocarril, la mirada perdida, la música resonando en mis oídos, falta un minuto para que arranque el motor, pero la gente se acerca corriendo. Es curioso observar las diferentes expresiones que adquiere el rostro de aquéllos que creen que el tren los va dejar. Bueno, no metafóricamente hablando claro, aunque también. La gente suele apretar los labios, abrir mucho más los ojos, o escudriñar el reloj de la estación para ver cuánto falta; también los hay que extienden los brazos hasta más no poder, como pidiendo auxilio al conductor.

Y se acabó. Bueno, la tortura no. Aún me quedan 32 escalones que subir con una pierna coja y un tirón en la otra.

Abro la puerta. En el sofá, en mi sofá, la parejita del año. Sólo faltan las palomitas y el refresco para la sesión de cine. Enciendo mi ordenador que está a prueba. Esta vez se ha portado bien.

Tengo hambre. ¿Alguien quiere comer?




"Reconocía que se engañaba a sí misma pensando que podía ser lo que hubiera deseado ser, era como el despertar de un sueño".

Anna Karenina, Tolstói

Sé que soy un poco repetitiva con las citas de Anna Karenina, pero es que esta mujer me puede, lo siento; es toda una obra de arte, una vida, un pueblo, una ciudad, un país, una sociedad entera encuadernada en 18 cm de papel. Imposible de soltar después de la primera frase.

lunes, 17 de marzo de 2008

Por el camino encontré la respuesta...



"La vida de una mujer en un solo día; sólo un día, y en ese día toda una vida"
Virginia Woolf.




Lo siento por hacerlo todo mal.
Juegos de palabras.
Banalidades.
Confusiones.
Indiferencia.
Miradas extraviadas.
Castillos flotantes.
Caídas y recaídas.
Tardes negras y frías.
Anonimatos.
Orgullo.
Vanas presunciones.

Porque esto ya escapó de mí; nada que no suceda todos los días.

sábado, 15 de marzo de 2008

Shhhhh...



Qué pocos de nosotros sabemos disfrutar de ese don universal que es el silencio. Quizás porque no se compra. Los ricos compran ruido. Nuestra alma se deleita en los silencios de la naturaleza que no se niega nunca a quienes lo buscan.


Charles Chaplin, Mis andanzas por Europa

Al son del tambor



Barlovento, Barlovento

tierra ardiente y del tambor

tierra de las fulías y negras finas

que se van de fiesta su cintura prieta

al son de la curbeta

y el taquiti taqui de la mina

Sabroso que mueve el cuerpo

la barloventeña cuando camina

sabroso que suena el taquiti taqui taqui

sobre la mina


Que vengan los conuqueros

para el baile de San Juan

Que vengan los conuqueros

para el baile de San Juan

Que la mina está templada

para soná el taquiti taquititá

Tiqui tiqui taqui titá tiqui taqui tá


Barlovento, Eduardo Serrano (1936)


Pinturas de Dixie Miguez

http://dixiemiguezstudio.com/welcome.html

Para escuchar, Tambor Urbano

http://www.tambor-urbano.com/

jueves, 13 de marzo de 2008

Historias tras el budare

Y pensar que vuelvo a caer en el abismo de mi mente. En las fantasías, ilusiones y deseos que habitan en mi ser. Cuánta vida concentrada en once rostros; tanta vida, tantos años. Once mujeres frente a frente; hombro a hombro. Once vidas y la mía indefinida.

En mi casa no éramos once, sino ocho. Y de vez en cuando alguna que se acoplaba alrededor del budare; la campana zumbando y el vapor inhalando. Cada sábado a las 8 de la mañana, mucho después del canto del gallo, los aromas del café recorrían cada esquina de la casa. El primer plato viene fuerte: pizca andina, arepas, cuajada y aguacate. El segundo es ya conocido; la charla mañanera con el guarapo a un costado.


En otros tiempos y otras latitudes, la codiciada arepa adquiría poderes mágicos, quizás. El budare con sus curvas abrasadas delata al dichoso el número ganador de la jornada. Las niñitas van corriendo calle abajo, calle arriba, con el boleto en la mano. ¿Será que hoy ganamos?

Y hoy, entre eufemismos, risas que esconden lágrimas; penas y desengaños, vuelven a resonar las palabras mágicas que coartan las esperanzas de esta alma: por los momentos, lo están haciendo bien.


¿Y si me quiero equivocar?


"En idioma español, de buena cepa, 'pan de maíz' titúlase la arepa, pero es preciso ser de nuestra tierra para saber lo que la arepa encierra. ¿Qué señor extranjero que no sepa cómo hablamos aquí, podrá creer que dentro de una arepa cabe cómodamente una mujer? Pues cabe, y no ella sola, sino una casa, un radio,una vitrola, la cesta del mercado con lo que traiga dentro, el alumbrado, las ropas, dos o tres barrigoncitos y muchas veces, hasta los 'palitos'.


Extracto del poema La arepa de Francisco Pimentel

Arepa
1. f. Ant., Col. y Ven. Especie de pan de forma circular, hecho con maíz ablandado a fuego lento y luego molido, o con harina de maíz precocida, que se cocina sobre un budare o una plancha.

Budare
1. m. Col. y Ven. Plancha circular y semicóncava de barro cocido o de hierro que se utiliza para cocer o tostar alimentos como la arepa, la cachapa, el cazabe o el café.

sábado, 8 de marzo de 2008

¿Nuestro día?


Sí, bueno, dicen que hoy es el día de la Mujer. Si nos vamos a los libros - o a la wikipedia, para qué engañar- nos encontraremos con un sinfín de explicaciones que nos relatan aquél 8 de marzo.

De acuerdo, seguimos con la mirada atrás, mientras nuestros cuerpos se mueven inquietos por llegar al final, más allá. Y yo me pregunto, ¿cómo vamos a echar pa' lante?



Que el tema del feminismo y la igualdad entre mujeres y hombres esté hoy en boca de todos no es noticia. Eso ya se veía venir. Ahora las mujeres somos el comodín perfecto para todo aquel que tenga las patas metidas en el barro, y hasta el fondo. Basta con que diga: ¡Y lucharé por la igualdad de las mujeres! Ya está. Su porcentaje de votos o de apreciación popular está asegurada, señor.


Después vendrán los que digan: Pero, mujer, cómo te quejas. Antes porque nadie miraba por tí, y ahora que lo hacen, también.


Señores, no se trata de cobrar lo mismo, de tener derechos por maternidad, ni de que pongan un número a nuestra disposición en caso de violencia doméstica. ¡No!, definitavemente, no. Pues los que hacen esas leyes en su mayoría son hombres. Pasa lo mismo que con los inmigrantes; todo el mundo habla de ellos, nosotros, pero nadie nos pide opinión.


Aunque, claro está, también es culpa nuestra, que decidimos mirar a un lado y chao pescado, que se ocupen los demás, joder. Pues, ¡no!, tampoco se puede ser así.


Queda mucho camino por recorrer. Son millones de mujeres en cientos de países que ni siquiera pueden contar con estos vagos derechos, pero ahí estamos.


Señor, cuando llegue por la noche a su casa y tenga hecha la colada, la cena y la casa de punta en blanco; cuando se levante a las 5 de la mañana a preparar la comida del día; cuando se quede hasta las 3 de la mañana ayudando a su hij@ en sus deberes; cuando decida levantarse del sofá y despegar por unos minutos sus pestañas del televisor, para mirar a su lado y ver la mujer que está a su lado, entonces ese día quizás podamos empezar a hablar de algo llamado igualdad.



Que no me falte la memoria pa' contar lo visto y lo que estamos viendo ahora

ni garganta si es que tengo que gritar

y que la libertad no vende sueños

Ay que no me falte el aire cuando tenga que volver

que no me arranquen de raiz que solo se nace una vez

y a ver si tengo suerte que en algo hay que creer

Franco De Vita._ Dónde está el amor




jueves, 6 de marzo de 2008

De ánimas y aparecidos virtuales


Desde hace unos días, vagaba por mi mente la idea de publicar algo relacionado con los cuentos de ánimas y aparecidos, típicos del folclore llanero. La Llorona, la Sayona, el Silbón, o aquellas que van al son del contrapunteo como Florentino y el Diablo.

Dichosos aquellos que como yo pudieron escuchar alguna vez una de estas leyendas. A kilómetros de las luces que nos ciegan en la ciudad, en medio de la nada. En medio de la llanura, donde no se escucha más que la brisa del viento, el sisear de las culebras y el croar de algún que otro sapo, que se ha colado entre las hamacas y esteras que velan los sueños o pesares del ser llanero.


Esas eran las leyendas con las que nos asustaban de pequeños; las que nos hacían buscar a tientas en la oscuridad alguna mano conocida, o las que nos hacían desviar la mirada contínuamente hacia atrás. Leyendas empero que hasta al más llanero de los llaneros le helaban la sangre.

Sin embargo, algunas tradiciones se pierden en los avatares del tiempo y, en esta época de "interconexión", cualquier elemento que ataña a nuestros sentimientos es presa fácil de las empresas, los engaños y, por supuesto, de internet. Así, Jorge Gómez Jiménez, escritor venezolano que acabo de descubrir, escribía por allá a principios del milenio:

"El mecanismo de creación de las leyendas sobre apariciones en los pueblos latinoamericanos es sencillo: un hombre y una mujer quieren tener sexo sin despertar las habladurías del pueblo; una ventana abierta o una cita a oscuras en una plantación, detrás de la casa familiar de la ardorosa vestal, sirven de escenario a caricias, besos y otras manifestaciones amatorias menos inocentes. Eventualmente el hombre debe huir y, ante la posibilidad de ser descubierto, se cubre con una tela, de color claro u oscuro, que le sirva de escondite portátil. Un caminante nocturno lo ve y corre la voz en la forma de una advertencia terrorífica: «Anoche vi un espanto»."

[...]

"Mientras usted lee esto, miles de internautas crédulos distribuyen, de buena fe, entre amigos y relacionados de todo tipo, un mensaje que asegura que Microsoft y America Online están regalando 245 dólares a cada persona que, justamente, distribuya el mensaje. Así, del «encuentro amatorio» de las dos grandes corporaciones ha surgido una muestra de la más reciente imaginería electrónica, de la que se vuelven caja de resonancia todas aquellas personas que, por algo que podríamos denominar pereza cerebral, no se detienen por un momento a pensar si lo que dice el mensaje es, al menos, posible."


Una nueva e ingeniosa visión sobre la creación de leyendas urbanas inspiradas, por lo visto, en esas leyendas de a pie que circulan tradición oral mediante, y que hoy día se han convertido en una nueva fórmula de engaño, o no.




Ilustración de Geroca, La llorona, 2006

Artículo de Jorge Gómez Jiménez, Del amor al rumor, en Ciberespacio de lo humano.

lunes, 3 de marzo de 2008

Un día me caí...



Y desde ese día no me he vuelto a levantar. Ahora, todos salen cada domingo a andar y yo, aquí sumida en el limbo, sin hacer nada.
¿Volveré a andar? Después de todo, volví a comer después de aquél día. Volví a confiar en los demás y ahora me estoy dando una segunda oportunidad de vivir.
¿Nos hemos de estancar por algún hecho que haya dejado mella en nuestro ser?
¿Seríamos tan egoístas con nosotros y con los demás, como para aparcarnos siquiera una fracción de segundo en un vacío quizás interminable?
"Según las prácticas mágicas de los hechiceros del norte de México, siempre hay un acontecimiento en nuestras vidas responsable porque hayamos dejado de progresar. Un trauma, una derrota especialmente amarga, una desilusión amorosa, incluso una victoria mal asimilada, pueden acobardarnos y detenernos. El hechicero, en su proceso de creciente unión con los poderes ocultos, tiene, antes de nada, que librarse de este "punto acomodador", y para eso debe revisar toda su vida y descubrir dónde se produjo"; El punto acomodador, Paulo Coelho.

Yo quiero volver a andar, quiero cambiar...

¿Que hay que caerse y volverse a levantar antes de echar a andar?
Se hace. Me caigo y vuelvo a comenzar.



Descansamos; una pesadilla puede envenenar nuestro sueño.
Despertamos; un pensamiento errante nos empaña el día.
Sentimos, concebimos o razonamos, reímos o lloramos.
Abrazamos una tristeza querida o desechamos nuestra pena.
Todo es igual, pues ya sea alegría o dolor,
el sendero por el que se alejará está abierto.
El ayer del hombre no será jamás igual a su mañana.
Nada es duradero, salvo la mutabilidad.
Mutability, Shelley

sábado, 1 de marzo de 2008

Así están las cosas o, al menos, eso parece...




Cómo ir al automercado

Rafael Osío Cabrices, El Nacional



Se le están acabando varias cosas en casa, o ya se le acabaron. Pero su quincena es más bien simbólica. No se angustie: mírelo como una excelente oportunidad para practicar uno de los nuevos deportes extremos que nos ha caído del cielo en este país, ir al automercado. Una actividad que le hará perder peso, le potenciará la concentración y la rapidez mentales, y que le proveerá de una buena cantidad de adrenalina para que sazone su rutinaria existencia.


Escoja uno dónde empezar. Tenga en cuenta que se trata de un deporte por etapas, como un rally: deberá ir a varios automercados para completar un 70% de la lista de compras (no espere completarla toda).


Si anda en carro, la emoción comienza temprano: luche por unos pocos metros en el estacionamiento, si tiene presencia de ánimo suficiente para dar vueltas y vueltas antes de conseguir puesto, o arriésguese a dejarlo en una acera más o menos cercana; podrá disfrutar del vértigo adicional de preguntarse si encontrará su vehículo donde lo dejó.


Entre luego al automercado y deténgase un par de segundos para evaluar la situación. Verá considerables colas en las cajas, una nube de tensión y sudor que se alza como una mala premonición. Algunos empleados de la empresa estarán luchando por organizar aquello y por apartar los carritos que se liberan. Vaya usted por uno y emprenda con valor el recorrido.

Saque su lista. Es verdad que usted pensó muy bien lo que iba a escribir allí y que no anotó bienes exóticos como la leche completa o el azúcar refinada. Pero deberá flexibilizar aún más sus expectativas, ya verá por qué. Digamos que entra por donde están las carnes, la charcutería y los pescados. Tome un número en cada sección en que va a comprar. Sepa que ese número tardará una media hora en ser llamado, pero que cuando eso pase, será una ventana de oportunidad que durará segundos, de manera que debe estar fanáticamente pendiente. Aproveche de aprender sobre la fugacidad del júbilo y la reciedumbre de la espera.


Mientras tanto, evalúe con muchísimo cuidado las bandejas de carne preempacada: la fila de hermosos bistecitos puede tener su lado oscuro. Piense cómo decirle a sus hijos que no comerán pollo sino falda de res. Y pregúntese si no es ya la hora de aprender a cocinar conejo en vez de cochino. Empuñe luego el mando del carrito con decisión. Extienda el brazo, sin desgarrarse el deltoides, para alcanzar ese último paquete de café. Distraiga a una señora de pelo rojo para acceder a un pote de aceite ecuatoriano desconocido. Apúrese para tomar los pocos paquetes de pasta nacional que todavía quedan, aunque de marcas que usted nunca ha querido, porque el resto es pasta italiana, a 24,5 Bs. F. los 500 gramos. Hágase de un par de latas de atún peruano y de chocolates brasileros; olvídese de cualquier entrañable producto colombiano.


Una vez que haya alcanzado ese ritmo, embista la sección de frutas y vegetales. Disfrute cada tomate, cada berenjena, cada níspero: no sabemos por cuánto tiempo los tendremos disponibles.Pase después por la nevera y haga como un ninja: si es suficientemente veloz, podrá ganarse un vasito de yogur con ciruelas.


Pero le falta la fase más peligrosa, hacer la cola y pagar. Desafíe las miradas de salvaje competencia de una docena de amas de casa. Ignore el pedido de cederle el turno que hace una mujer con sólo dos kilos de Harina Pan. Mire si entre los productos abandonados por clientes anteriores a los que no les alcanzaron los cachicamos y las tortugas hay algo que estaba en su lista. Defienda cada centímetro: cada sonriente doñita es un potencial adversario.


Pague, si puede. Observe cómo cada pito del lector óptico marca nuevas cifras en la pantalla verde de la registradora, ante la cara de cansancio de la cajera. Sienta cómo varias escenas de su vida pasan ante sus ojos, cómo la adrenalina se riega por sus arterias, cómo sus manos tiemblan y el sudor le impregna la espalda.Cuando saque la cartera, perciba cómo esa intensa emoción le hace sentirse vivo. Saldrá del automercado con un kilo menos y la inigualable embriaguez del peligro.